Cuando se habla de trabajo sexual existe mucho morbo alrededor y, de las primeras dudas que se quieren despejar, es cuánto se cobra por sexo. Sin embargo, esto es algo de lo que no les gusta detallar a las trabajadoras sexuales, pues tal como asegura Gladys Murillo, presidenta de Mujeres con Dignidad y Derecho de Panamá (MDDP),y quien se mantiene vigente, no les gusta hablar de cuánto cobra cada compañera, "porque cada quien le pone precio a su trabajo".
¿Cómo una trabajadora sexual divide su vida entre familia, hijos, vida social y el negocio del sexo, sabiendo que algunas tienen, además, otro trabajo a la vez?
"Es como si tú fueras una trabajadora manual, estás todo el día trabajando y luego llegas a tu casa".
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Gladys pone su propia experiencia como ejemplo, ella ejerce el trabajo sexual desde los 20 años, actualmente tiene 33 y una hija de 13 años. "Me gusta jugar fútbol, tengo una vida sociable, tengo mi vínculo social y eso no afecta mi trabajo, porque uno tiene que saber dividir su tiempo... El hecho de que yo sea una trabajadora sexual no quiere decir que yo no vaya a tener una vida social, al contrario, soy mi propia jefa, sé con quién me voy o no me voy, porque trabajo independiente". Sin embargo, sí hay compañeras alternadoras (quienes trabajan detrás de las puertas) que se ciñen a horarios establecidos.
¿Cómo se maneja en su familia? En este caso, su hija es preadolescente, ¿cómo usted le empezó a conversar sobre su trabajo?
"Esto fue algo que se dio poco a poco mediante capacitaciones a través de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) que nos fueron dando a entender que nosotros criamos a nuestros hijos para ser libres. Yo la estoy criando con un concepto de derechos humanos no solo en el trabajo sexual, sino en que cada persona, cada individuo tiene derecho a escoger y hacer lo que decida y que sepa que cada acción tiene consecuencias si las cosas son malas. Yo soy de esas madres que no es que me tape los ojos y diga que los niños no están teniendo sexo. No les estoy diciendo que tengan sexo, sino que se protejan, que los niños no tienen que estar en eso, que tienen que estudiar. Eso es lo que yo le inculco a mi hija".
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¿Ha sido víctima de bullying?
Gladys recuerda cuando un día unas compañeritas de su hija le mostraron un recorte de una noticia publicada en un diario de la localidad donde ella salía en la foto, el texto trataba sobre la lucha que tienen en contra del maltrato a las trabajadoras sexuales. "A la final mi hija dijo, sí mi mamá es así y ella defiende a las compañeras, porque tú no te tienes que dejar vulnerar tus derechos". Yo pensaba en el bullying, pero si tú le enseñas al niño que todos tenemos derecho y saber defenderlos como tal, no habría problemas. Le he dado herramientas a mi hija para que se defienda, he hablado con sus profesores, con sus compañeros y eso debe ser cosa de las demás mujeres también de hablar con sus hijos, que tengan confianza. "Creo en Dios, en mi corazón lo creo y creo que todos tenemos los mismos derechos".